El libro ‘Sueños de la Euro’, de Panenka, repasa la evolución del continente y de este torneo de selecciones desde sus inicios hasta el 2016
Resulta curioso que los partidos de fútbol, ese deporte que si no ves en directo pierde todo su interés (al margen de la repetición de las mejores jugadas), recuperen su atractivo con el paso de los años, incluso aunque sea por escrito. Será por el estímulo que produce revivir esos efímeros momentos de emoción, o por las ganas de disfrutar de algo que no gozamos en su momento, lo cierto es que libros como Sueños de la Euro. El torneo que reconcilió a un continente (Panenka) son un éxito casi seguro.
Miguel L. Pereira, prologado por Vicente del Bosque, va un paso más allá en Sueños de la Euro. No solo repasa la concepción y todas las ediciones del torneo que ideó Henry Delaunay (hasta la del 2016; la del 2020 bien merece un libro propio), sino que entremezcla el fútbol con la historia de Europa, porque, en el fondo, el balompié refleja también los cambios políticos y culturales del viejo continente. No aporta nada que no se sepa, pero es un buen resumen de todo lo acontecido.
Nuevas fronteras
La Europa en la que nació la Eurocopa acababa de salir de la Segunda Guerra Mundial. Y fue la excusa perfecta para que los países cambiaran los disparos con bala por los tiros con balón. Aquella Europa, además, todavía era una amalgama de Estados que se fueron desintegrando para dar lugar a nuevos territorios. Hoy no existen ni la Unión Soviética, ni Checoslovaquia ni las dos Alemanias ni Yugoslavia, y eso necesariamente se tiene que reflejar en un torneo que cuenta cada vez con más participantes, por poner un ejemplo.
Los cambios fronterizos, las nuevas relaciones diplomáticas y, a fin de cuentas, una mayor cohesión y un claro aperturismo llegaron a un deporte convertido cada vez en más juego y negocio que en otra cosa. Porque el balompié, mientras el continente se reconfiguraba, también introducía cambios dentro, pero, sobre todo, fuera del campo: la televisión y la mercantilización del fútbol le dieron un nuevo impulso al certamen; aparecieron las mascotas y los himnos oficiales, y se generó toda una industria alrededor de 22 hombres que tratan de meter un gol. Eso sí, esta disciplina no es ajena a las crisis ni a los problemas sociales; mejor elegir una sede sin alborotos callejeros y un proyecto austero si es necesario.
Momentos históricos
Pero la Eurocopa es, sobre todo, fraternidad y emoción. E imágenes históricas como el penalti de Panenka que dio la victoria a Checoslovaquia en 1976; el título que ganó Dinamarca, invitada a última hora por la bélica disolución de Yugoslavia, en 1992; el inesperado triunfo de Grecia ante la anfitriona Portugal en 2004; el gol de Fernando Torres en Viena en 2008, guiado por Luis Aragonés, y la goleada de España a Italia en 2012, ya con Del Bosque, o la sorpresa que dio Portugal en casa de Francia con un zarpazo de Éder, de quien nadie esperaba nada bueno.
Todo ello lo recoge y relata a la perfección Miguel L. Pereira en Sueños de la Euro, si bien hay que apuntar que, tal vez por las urgencias del encargo, la obra no está pulida. Cuando alguien adquiere un artículo de Panenka, un producto cultural de primera línea, espera la perfección, también en la escritura. Y este libro necesita un repaso para, por ejemplo, armonizar cómo se escribe la Roja, buscar sinónimos en algunos pasajes y evitar expresiones como hacer aguas (lo adecuado es hacer agua) y punto y final (punto final).