Los tantos reciben distintos calificativos en función de su belleza o del momento en el que se logran
El gol es la finalidad máxima del fútbol. Huelga decir que consiste en introducir la pelota en la portería contraria, aunque en España también se utiliza ese término para referirse al graderío situado detrás de la meta. Sin gol no hay fútbol; es la salsa de este deporte, y, aunque todo el mundo sabe meterlo, nadie lo hace como Alfredo Di Stéfano (o de eso presumía). Eso sí, cuidado que no te cuelen uno en el día a día, porque ello significará que, con astucia o engaño, te han sacado ventaja en algún quehacer. Dicho esto, no todos los tantos son iguales; cada diana tiene una definición. Vamos a verlo.
El golazo es un tanto de bella factura o la culminación de una bonita jugada, pero es menos llamativo que el gol antológico, aquel digno de recordar por mucho tiempo. Mucho mérito tiene el gol olímpico, conseguido directamente desde el lanzamiento de un córner, y que se validó en 1924. Hasta entonces, los tantos así logrados eran inmediatamente anulados o invalidados, una decepción equivalente a la del gol en propia puerta (que no necesita definición), o a la del gol cantado, que no es gol; se falla con todo a favor y cuando los aficionados ya lo están celebrando. Evidentemente, la manera de ejecutar el tanto también tiene nombre, ya sea de falta, de penalti, marca de la casa, de chilena, de cabeza, de rabona, cuchara, vaselina, a lo panenka…

Los goles más importantes
Goles hay para todos los gustos. El gol tempranero o madrugador es el conseguido en los primeros minutos del partido. Ese es, por lo tanto, el gol que abre la lata, si no es que ha habido antes un gol relámpago, logrado prácticamente al sacar de centro. Si la diana se obtiene al filo del descanso, hablamos de gol psicológico; si el gol sube al marcador hacia el final de la contienda lo llamamos in extremis. A veces, este lo consigue un jugador lesionado, que sigue en el campo porque no quedan cambios: se queda en el ataque para aportar lo que pueda. Es el gol del cojo.
Si un equipo se pone con dos goles de diferencia a favor es que ha marcado el tanto de la tranquilidad; si vuelve a penetrar la portería rival, entonces el conjunto que va por delante le habrá dado la puntilla al contrario. Pero, en ese escenario, si el once en desventaja logra una diana, será la de la esperanza (o el gol del honor, según cómo se haya desarrollado el partido y el minuto en el que se consiga).
Goles que dejaron de existir
No podemos terminar el artículo sin mencionar un tipo de diana que está en peligro de extinción, al menos en la élite: el gol fantasma. El VAR y otras tecnologías se están encargando de disipar cualquier duda acerca de si el balón ha rebasado o no la línea de meta. Mientras, otros goles se quedaron por el camino. Se trata del gol de oro (en una prórroga, el que marcase ganaba) y el de plata (si un equipo marcaba durante la primera mitad de la prórroga y llegaba con ventaja al descanso, se proclamaba campeón). Ya no existen.
Por cierto, y para los curiosos: la palabra gol aparece en el diccionario desde 1936.