Un hombre se hizo pasar por jugador del Espanyol para vivir de gorra en Castellón… y escapar de la justicia
Esta es la historia de José Luis Villacañas Agüero, el futbolista impostor que quería escapar de la justicia y vivir de gorra a costa del Castellón. Años después aparecieron personajes con el mismo morro, como Carlos Henrique Raposo Kaiser (estuvo dos décadas como jugador, casi siempre en Brasil, aunque ni siquiera sabía patear el balón) y Gregoire Akcelrod (a punto estuvo de debutar en la Champions League con el CSKA de Sofía), pero este español se adelantó a todos ellos. Decía que llegaba del Espanyol, y con ese currículum y una cara muy dura se presentó en el estadio Castalia. Era el verano de 1964.
Villacañas tenía entonces 20 años. Procedía de Barcelona, aunque nació en Lleida y, aprovechando el tirón que tenían los futbolistas en aquellos años (el fútbol era el deporte de moda en esa época; los grandes jugadores incluso salían en el cine y servían como propaganda del franquismo), llegó a Castellón para tratar de vivir del balompié. A partir de aquí, la historia es tremenda, como recogen José María Arquimbau en el Libro de platino del CD Castellón y distintos artículos periodísticos. Sin embargo, su sueño duró más bien poco.
De Castellón a Benicarló
El impostor tanteó primero el ambiente de los bares del lugar, en los que se presentaba como futbolista del Espanyol ante los aficionados locales sin levantar ninguna sospecha, hasta que un día se enteró de que el entonces secretario técnico del Castellón, Camilo Liz, se había marchado a Madrid unos días. Era su oportunidad. Ni corto ni perezoso, Villacañas se personó en Castalia para pedir una prueba, y se la dieron, pero no la superó. Aun así, intentó colarse en el autobús del equipo para disputar un amistoso de pretemporada en Benicarló. No le dejaron subir.
Entonces, Villacañas se buscó la vida una vez más y consiguió que alguien le llevara en coche. Cuál fue la sorpresa de la expedición del Castellón cuando llegó al campo y vio al impostor… con la camiseta del equipo rival. En efecto, logró una prueba con el Benicarló, aunque allí se presentó como Agüero, su segundo apellido, según las crónicas de la época. La historia, sin embargo, no termina aquí, porque, durante ese tiempo, el farsante se hospedó en una pensión sin pagar, con la promesa de que lo haría cuando firmase por el Castellón. Como no pagaba, el dueño del negocio reclamó la deuda al club, y se destapó todo el pastel, incluido que estaba en búsqueda y captura por los juzgados de Barcelona. Y, tras este episodio, terminó detenido.
Villacañas Agüero, reclamado por la justicia / LA VANGUARDIA, 19 DE AGOSTO DE 1964 El caso de Villacañas Agüero, el futbolista impostor / DIARIO DE BURGOS, 18 DE SEPTIEMBRE DE 1964