El libro ‘Dios, patria y muerte’ relata la guerra de los Balcanes a partir de la figura del genocida Arkan y sus vínculos balompédicos
El fútbol nació como un divertimento de las clases acomodadas, pero no tardó en llegar a los estratos más populares. Esta circunstancia facilitó, por un lado, la conversión del deporte en un gran negocio y, por otro, la instrumentalización política del balompié, llevada al extremo en la guerra de los Balcanes. Lo relata el libro Dios, patria y muerte (Altamarea), de Diego Mariottini, quien detalla todos los pasajes del conflicto bélico a partir de la figura del genocida Zeljko Raznatovic, Arkan, y sus vínculos con el balón.
¿Por qué Arkan? Pues porque fue una figura capital en la guerra y en el genocidio que sufrieron los territorios de Yugoslavia durante la desintegración de la república que había sujetado Tito, pero que saltó por los aires tras la muerte del dictador. Demasiadas tensiones, religiones, lenguas y diferencias que no se supieron/quisieron gestionar. Hay que matizar que Arkan fue el sanguinario ejecutor, pero que nadie en el mundo hizo nada por detenerlo y, cuando se actuó, fue tarde y mal, como en tantas otras ocasiones.
El FK Obilic
Dios, patria y muerte es, por lo tanto, la narración de aquella guerra, pero también del papel del fútbol en el conflicto y las consecuencias que sufrió este deporte. En este segundo punto, basta con observar la depreciación de los campeonatos locales. Mientras en Yugoslavia se enfrentaban los mejores equipos de toda la república federativa socialista, la división propició la aparición de una liga por cada nuevo país, con clubes de categorías inferiores. Sí, las selecciones balcánicas son muy competitivas, pero los torneos nacionales no, ni sus combinados tienen opciones de repetir los éxitos del Estrella Roja en Europa.
Con respecto a la influencia del fútbol en el conflicto, Arkan fue, precisamente, jefe de seguridad del Estrella Roja, así como líder de sus ultras, a los que reclutó y organizó para salir de caza. Los llamados Tigres de Arkan (un personaje que apuntaba maneras ya antes de matar, con sonados episodios de delitos por el resto de Europa) tenían vía libre para hacer la guerra por su cuenta y materializar la limpieza étnica que pregonaba su comandante. Raznatovic no solo ganó, sino que se enriqueció y, tras la masacre, trató de pasar por un respetable hombre de negocios, así que invirtió en distintos sectores. Pero sabía que para ser alguien en la nueva etapa debía controlar un club de fútbol. Lo intentó con el Estrella Roja, y acabó comprando el Obilic, al que hizo campeón (1997-98) de Serbia y Montenegro a base de infundir miedo en sus rivales. Nadie se atrevía a pararle los pies. El resto ya es historia. Un buen libro.