El libro ‘Hombre de fútbol’, publicado en 1968, muestra la fotografía de una época concreta, pero recuerda que la sustancia del deporte siempre es la misma
En efecto, nada ha cambiado el fútbol desde sus inicios, pero todo es distinto. Siempre ha habido futbolistas, árbitros, aficionados, y el objetivo se mantiene desde el principio: meter el balón en la portería rival. Sin embargo, aunque parezca lo contrario, este deporte evoluciona y en nada se parece al de la década de 1960, cuando Arthur Hopcraft publicó Hombre de fútbol. Muchos dicen de él que es «el mejor libro jamás escrito sobre fútbol», que es «la gran biblia del fútbol clásico». Por lo tanto, no hay duda de que es un imprescindible en cualquier librería de un verdadero futbolero.
Hombre de fútbol está escrito en un momento que marcó un antes y un después para este deporte: el paso del amateurismo al profesionalismo en todos y cada uno de los eslabones de la cadena. En otras palabras, explica cómo el balompié comenzó a abrirse al dinero, al negocio, por lo que era necesaria su reconversión hacia algo más serio que justificase las inversiones y los elevados precios de las entradas. Ello repercutió en los salarios de los jugadores, y todo el rompecabezas quedó armado: árbitros dedicados solo a este trabajo, entrenadores con mayores objetivos que pasar un buen rato en el campo, etcétera. Como no podía ser de otro modo, ese aperturismo generó dudas, que pronto se disiparon.
Las penas y las alegrías de la década de 1960
Más allá de esta fotografía general, Hopcraft recoge testimonios únicos que quedarán para siempre escritos, como conversaciones con Bobby Charlton, George Best, Matt Busby, Alf Ramsey, Naft Lofthouse y Stanley Matthews, estrellas de aquel momento. Asimismo, da detalles de sucesos de esos años, como el trágico accidente aéreo del Manchester United. Pero también notas positivas, como el Mundial de 1966, que ganaron los anfitriones, los ingleses, por primera y última vez hasta ahora. Sin lugar a dudas, un documento único para los aficionados y para los historiadores.
También destaca la división que el autor hace del libro, dedicando un capítulo a cada uno de los actores del fútbol: jugadores, directivos, seguidores, árbitros, el papel de la prensa (muy interesante), y lo cerca que estuvo el fútbol inglés de descarrilar, hasta que apreció que en otros lugares del mundo estaban jugando mejor y sacándole mayor provecho a su invención. A pesar de todo, es cierto que la afición se ha refinado (por lo general), que todo se ha profesionalizado y que futbolistas y técnicos son hoy casi inaccesibles (a no ser que haya dinero de por medio y se les dedique un documental). Pero no es menos cierto que los sentimientos y los objetivos siguen siendo los mismos. ¿Hemos ido a mejor?