El lenguaje balompédico es una esponja, absorbe palabras de aquí y de allá, sobre todo de la farándula
Nos vamos a la temporada 2005-06. El Chelsea y el FC Barcelona se ven las caras en los octavos de final de la Champions League. Un año atrás, los ingleses echaron de la competición a los españoles con cierta polémica, pero es la hora de la revancha. En Stamford Bridge, el equipo azulgrana se impone por 1-2, con un Leo Messi que empieza a hacer de las suyas (todavía con el número 30 en la camiseta). Durante el partido, la estrella emergente recibe duras entradas del defensa Asier del Horno y se retuerce de dolor.
El entonces técnico blue, José Mourinho, con sorna, blanquea la violencia de sus jugadores en rueda de prensa: «Es teatro y del bueno»: «Cataluña es un país de cultura, vosotros sabéis perfectamente lo que es teatro y del bueno. Yo he ido muchas veces al teatro allá, es teatro de calidad». Sugiere así que Messi ha actuado, que ha exagerado. En definitiva, que ha hecho teatro. Cosas de la vida, el entrenador terminó una década después en el banquillo de Old Trafford, el llamado Teatro de los Sueños, el feudo del Manchester United.
Un desenlace dramático
El Barça, por cierto, bajó el telón de aquella Champions ganando en la final al Arsenal, gracias a un gol de un protagonista inesperado, Juliano Haus Belletti, que rompió las tablas en el marcador cuando estaba terminando el segundo acto del partido. El técnico culé, Frank Rijkaard, hizo salir al defensa (minuto 71) buscando un cambio de decorado (antes también introdujo a Andrés Iniesta y Henrik Larsson), ya que el Barcelona anduvo por detrás en el luminoso hasta que Samuel Eto’o, en el 76, neutralizó el tanto que Sol Campbell logró en el 37. Hasta entonces, parecía que el desenlace sería dramático para los intereses barcelonistas.
Es cierto que el lenguaje futbolístico ha absorbido muchas otras palabras de la farándula. Sin ir más lejos, cuando un club ficha a un jugador, lo presenta. Y este, cuando juega su primer partido, debuta (enfrentándose al miedo escénico en algún caso). Si de un portero se trata, lo peor que le puede pasar en su estreno es cantar. Casi es preferible que haga la estatua. Seguro que otra tarde tiene más suerte y ofrece un recital a su afición, que premiará su actuación con vítores y aplausos desde la butaca, el palco o el anfiteatro.
Guiones, maquillajes y ensayos
Ya se sabe: fútbol es fútbol y una jugada ensayada puede variar el guion del partido, cambiar el escenario. A veces, un gol da la victoria; otras, maquilla el resultado. Pero, sin duda, el equipo dominante (sobre todo si se trata de un monólogo de juego), tendrá más argumentos para hacerse con el triunfo, especialmente si sus delanteros patean con acierto el balón. No obstante, si tienen un mal día, siempre podrán hacer mutis por el foro y preparar el siguiente encuentro.
Para redondear el asunto, el colegiado Ken Aston dijo en una ocasión la siguiente frase: «El fútbol es una obra dramática en dos actos, con veintidós actores sobre el escenario y un director de escena, el árbitro. No existe ningún guion y nunca se sabe cómo terminará, pero lo más importante es divertirse y divertir». Fin.
*Basado en los artículos El fútbol, puro teatro (I) y El fútbol, puro teatro (II), de Fundéu.