Un estadio consume en un año tanta luz como 2.500 familias, aunque son muchos los clubes que toman nota de su impacto ambiental y empiezan a adoptar medidas
En unos tiempos donde son habituales los titulares acerca del obligado ahorro energético y las consecuencias del cambio climático, el fútbol debe dar un paso al frente. Y debe darlo, primero, porque es un negocio muy poco sostenible (basta decir que un estadio consume en un año tanta luz como 2.500 familias, por no hablar de la contaminación en los desplazamientos o el elevado consumo de agua de riego) y, segundo, porque al arrastrar a tanta gente debe dar ejemplo, y adaptarse a las necesidades y cambios actuales.
Sea o no el hombre el causante del cambio climático actual, lo cierto es que la sociedad, que tiene de todo y no valora casi nada, necesita educación en la gestión de recursos. Y qué mejor educador que el equipo de tus amores. De hecho, como recoge Diego García Diego, colaborador de la OBS Business School, en el informe La sostenibilidad en el modelo de gestión de los clubes de fútbol (2022), “un club sostenible y responsable socialmente, con un modelo de gestión en el que prime la transparencia, la ética, el buen gobierno y las buenas prácticas, será indudablemente un club más atractivo para sus aficionados, para la empresa privada y para la Administración”. Esos valores, además, mejoran la reputación y fortalecen la lealtad de marca. ¿Hay mejor camino que este?
Abono y vegetales
En este sentido, la sostenibilidad de un club de fútbol no es tarea de un departamento, sino de toda la organización y, además, la legislación cada vez está más encima de las buenas prácticas. No hay alternativa. Pero ¿han captado las entidades el mensaje? Más o menos. Según el estudio de Holaluz Los clubes de fútbol más sostenibles, hay algunos que van por la buena senda, pero otros todavía deben empezar a caminar. De hecho, en una liga de sostenibilidad, el Betis sería el campeón destacado, el Real Madrid se quedaría fuera de la Champions y descenderían el Granada, el Mallorca y el Rayo Vallecano. Estas son las conclusiones de un informe que se fija en cinco apartados para otorgar puntos: campañas de concienciación, sistema de gestión de residuos, reducción de huella de carbono, asociación con empresas comprometidas con el medio ambiente y uso responsable de energía.

Veamos unos ejemplos de este comportamiento de los clubes. El Betis, el más sostenible según este análisis, fomenta el reciclaje entre sus aficionados, pero también ha puesto en marcha el proyecto Forever Green, en el que promueve productos e iniciativas ecológicas, como crear huertos urbanos, apoyar la reforestación y eliminar las entradas de papel, entre otras medidas, así como promocionar el uso del transporte público. Por su parte, la Real Sociedad convierte en abono las cáscaras de pipas que recoge en su estadio después de los partidos. ¿Y el Real Madrid? En su caso, ha entregado a sus jugadores coches eléctricos y, asimismo, se ha asociado a la empresa de alimentos vegetarianos Meatless Farm para ofrecer estas alternativas a aficionados y deportistas y concienciar acerca de los beneficios de reducir el consumo de carne. Hay más casos.
Mucho reciclaje
El agua, ese bien tan preciado y escaso, es otro de los asuntos que merecen interés. Así, el Numancia riega el césped con agua de lluvia, mientras el Betis lo hace con el agua utilizada por los jugadores para ducharse. Otra opción, que cada vez está más implantada, es el uso de césped híbrido (natural-sintético) que, además de mejorar las prestaciones, requiere menos agua. En materia energética, el Atlético calienta el agua con el sol y dispone de un sistema de luces led en el estadio. Y hablando de estadios, San Mamés, el nuevo campo del Athletic, fue el primero de Europa que logró la certificación de edificio sostenible LEED a partir de la integración en la parcela, ahorro de energía y agua, uso de materiales de bajo impacto ambiental, calidad del ambiente interior e innovación y diseño.
Siguiendo con el reciclaje, el Racing convierte vidrio en pintura para pintar las sillas de El Sardinero, según explicó Líbero en un extenso reportaje, mientras que el Dépor está asociado con una empresa que produce ropa a partir (o con buena parte) de basura recogida en el mar, mientras el Leganés fomenta el reciclaje en el mismo estadio (se estima que la afición de los equipos genera entre cinco y 10 toneladas de residuos durante un partido). En todo caso, los ejemplos, por fortuna, son cada vez más numerosos, pero toca ir terminando, no sin antes destacar el plan medioambiental del Fuenlabrada, Fuenla Planet; la apuesta del Villarreal por los productos de proximidad y kilómetro cero; el interés del Valencia por los vuelos con biocombustible (que reduce la emisiones un 80%), y el esfuerzo del Barça por promover una movilidad más sostenible en los alrededores del Camp Nou.