Para jugar al balompié se necesitan los cinco sentidos, pero algunos deportistas con sordera han llegado a la cima
Existen pocos casos de futbolistas profesionales sordos, pero haylos. Y vamos a descubrirlos juntos, y a saber cómo se relacionan con sus compañeros y con los entrenadores.
El futbolista sordo, sea cual sea su grado de pérdida auditiva, difícilmente escuchará las instrucciones acústicas del técnico, por lo que este tiene que desarrollar un método de enseñanza específico y gesticular más. Se asegura, eso sí, que el jugador que sufre esta discapacidad amplía otros sentidos: tiene una mejor visión general de la situación, presta más atención a cuanto sucede a su alrededor, la intuición se multiplica. Además, puede leer los labios. En todo caso, siempre que es posible, los deportistas con sordera se comunican con signos o códigos que significan un movimiento.
El máximo goleador del Racing era sordo
Uno de estos futbolistas sordos es Simon Ollert (Alemania, 1997), que nació con escasa capacidad auditiva en los dos oídos, aunque ello no impidió que cumpliera su sueño de infancia: convertirse en jugador profesional. Llegó a jugar en el Spielvereinigung Unterhaching de la tercera división alemana, tras lo cual decidió fundar un club inclusivo, el IFC Munich United, formado por jóvenes con sus mismas características y otros sin esta discapacidad. Sin embargo, antes que él hubo otros casos.

En España destaca Óscar Rodríguez López (Avilés, 1904-Santander, 1976), quien hasta la fecha es el máximo goleador de la historia del Racing de Santander (y lo seguirá siendo por mucho tiempo). Logró 236 dianas con la camiseta cántabra en las décadas de 1920 y 1930. Hijo de pescadores gallegos, llegó a Santander con 16 años; a los 14, un golpe le reventó los tímpanos y quedó prácticamente sordo. No fue impedimento para triunfar.

La sordera como atenuante
Merece la pena señalar que, en las ligas de sordos, el árbitro hace señales con un pañuelo blanco. Pero si los futbolistas con discapacidad auditiva juegan en un equipo corriente, con compañeros que oyen perfectamente, y el colegiado no está bien enterado, se pueden producir circunstancias surrealistas. Recuperamos dos anécdotas.
Empecemos por Carlos Alberto de Marta, fallecido en 2016 a los 65 años. Este exjugador de Estudiantes, en la primera división argentina, ha pasado a la historia ya no solo por su discapacidad natal, sino por la tarjeta roja que le mostró el colegiado Washington Mateo el 8 de noviembre de 1972 en un partido ante Huracán. Según el trencilla, le insultó. La sordera sirvió de atenuante… y le castigaron con un partido. Pero De Marta también será recordado por el modo de celebrar un gol que marcó con la camiseta de Temperley a Newell’s Old Boys: corrió hacia la banda, arrebató el micrófono a un periodista y gritó con el alma «Mamá… ¡gol!», según rememoran en SBEN Amor por el Fútbol.

Desnica, un sordomudo expulsado por… ¡protestar!
El otro suceso idéntico es el que protagonizó Damir Desnica (Yugoslavia, actual Croacia, 1956). Curiosamente, otro mes de noviembre, pero en día 7 y año 1984, enfiló el camino de los vestuarios antes de tiempo porque el árbitro lo expulsó por protestar cuando iba a lanzar un córner en el Santiago Bernabéu. Era sordomudo de nacimiento y recuerda aquello como un «escándalo». En aquellos años defendía el escudo del HNK Rijeka, y su equipo se jugaba pasar los dieciseisavos de la extinta Copa de la UEFA ante el Real Madrid. En la ida, los croatas vencieron por 3-1, y en la vuelta resistieron hasta la extraña expulsión.

Por último, y por ahora, también en el fútbol femenino hay jugadoras sordas. En España hay que mencionar a Eunate Arraiza (Biurrun, Navarra, 1991), del Athletic de Bilbao. Desde pequeña sufre hipoacusia bilateral profunda; es decir, es sorda de ambos oídos, aunque a partir de una intervención quirúrgica puede escuchar el silbato y atender a sus compañeras. Ya ha sido internacional con la Roja y la UEFA la pone como ejemplo de superación.

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