El muñeco del ‘Pelusa’, creado de manera muy artesanal, llegó a España en 2005 procedente de Argentina
Existe poca tradición futbolera en el mundo de los títeres, pero, a veces, del fondo de un baúl sale un tesoro como el que presenta en exclusiva el Museu Internacional dels Titelles (MIT) de Cataluña, en Palau-solità i Plegamans (Barcelona), con motivo de la visita de Palabras de fútbol: la marioneta de Diego Armando Maradona. Esta figura no está expuesta en el equipamiento, pero durante unos minutos ve la luz para dar unos toques al minúsculo balón que, con una goma, tiene unido al pie derecho. Porque el Pelusa tenía atado el cuero a sus pies y hacía malabares hasta con una naranja y una pelota de golf.
Hay pocas certezas alrededor de este títere, que mide unos 60 centímetros. Llegó a España en 2005 procedente de Argentina en la maleta de Carme Moner y está hecho de espuma, pero sus acabados no tienen la perfección que rezumaba el Pelusa con la pelota dentro y fuera del campo. Se manipula con todo el cuerpo, como una especie de bunraku japonés, salvando las distancias; el titiritero mueve su cabeza con una mano; los brazos, con la otra, y con sus piernas, los pies de Maradonín. Pero poco más se sabe. Seguramente lo creó un artesano después de que Maradona ganase el Mundial de 1986, tanto porque va equipado con el uniforme de Argentina (y el 10 a la espalda) como porque se le intuye una ligera extensión de la mano de Dios (la izquierda), con la que le metió un gol a los ingleses en un partido memorable.


De todo el mundo y para todos los públicos
Sea como fuere, y a falta de entrenamiento para recuperar la forma, Maradona nos abre las puertas del MIT, un espacio impulsado por Teia Moner, profesional de las artes escénicas y reconocida titiritera, y Miquel Espinosa, que explican con detalle y pasión todo lo que guarda el museo en su interior. Un lugar que, por cierto, da las primeras pistas de lo que atesora nada más entrar: una muestra internacional y para todas las edades, como sugieren un títere ceremonial de Malí y dos marionetas, Berta (Menuda) i Avi, que representan a una niña y a un abuelo y que dan la bienvenida al visitante en el vestíbulo. Y todo ello en un edificio histórico, la restaurada masía de Can Falguera, del siglo XIV.

El primer espacio propiamente expositivo llega a continuación y se ha bautizado como el rincón de los cuentos. Cuentos de todo el mundo esperados a ser contados –valga la redundancia– por títeres que salen de la cómoda que Moner heredó de su abuela. No faltan en esta selección personajes tradicionales como el demonio, la bruja y el lobo, que asoman la cabeza por los cajones del mueble. Cuando no tienen público, parece que estén mirando al muñeco que tienen enfrente, una especie de reptil sentado en un retrete bien flanqueado por los pequeños caganers de Pinocho, R2-D2, ET, Epi y Blas y el Mic, realizados por la conocida compañía catalana Caganer.com y que aquí han encontrado acomodo.


Don Quijote y Mafalda
Todavía en la planta baja, el siguiente espacio está dedicado a personajes tradicionales de la literatura española, como el Don Quijote y el Sancho que actuaron en la Expo de Sevilla de 1992, o el viejo Don Juan del malogrado titiritero Miquel Gallardo, un virtuoso de la manipulación de marionetas de tamaño humano. Pero cada rincón del MIT esconde una sorpresa como la que descubre Maradona al subir las escaleras hacia el primer piso. Allí, entre otros muñecos, se encuentra su compatriota Mafalda así como otras figuras de su universo (Felipe, Susanita, Manolito, Guille…), todas ellas confeccionadas por Romà Martí. Quién les iba a decir que se reencontrarían a tantos kilómetros de su Argentina natal.

Nostalgias al margen, lo que el visitante ve a continuación es pura fantasía. Por un lado, una sala dedicada a algunas de las premiadas creaciones de Teia Moner que merece la pena descubrir in situ. Un mundo mágico. Por el otro, siglos de historia distribuidos entre sombras chinescas de lugares como India, Java, Tailandia, Bali, Grecia y Turquía; el Guiñol original –la estrella de la colección–, de 1810, personaje creado por el sacamuelas Laurent Mourguet para entretener a sus clientes y que dio nombre al teatro de guiñoles francés; sus primos Polichinela (Italia), Punch & Judy (Inglaterra), Kasper (Alemania), Mamulengo (Brasil), Perico (Cataluña)… Goce y disfrute. Para terminar, otra selección de tesoros, como piezas del teatro de marionetas de agua de Thang Long de Hanoi (Vietnam), pupis sicilianos, figuras de otros rincones como República Checa, y también un espacio reservado a estos muñecos como herramienta educativa y terapéutica. ¡No caben todos!



Clasificados por tipo
Uno de los rasgos diferenciales del MIT en comparación con otros equipamientos similares –aunque el museo es el primero de este tipo en Cataluña– es que agrupa los títeres por modalidad o técnica. De este modo, se facilita la comparación entre elementos similares y se descubren los nombres que reciben los personajes en cada cultura y país. Así, el visitante aprende también que existen títeres de dedo, de guante, de hilo (marionetas), de varilla, autómatas, marionetas llevadas, objetuales… y conoce que la técnica catalana es única en el mundo, aunque se está perdiendo sin que exista un interés institucional por mantenerla viva. A fin de cuentas, uno de los muchos objetivos de este espacio es darle visibilidad.
Otras razones de ser del MIT son la custodia, la catalogación, la interpretación, el estudio y la exhibición de esa riqueza que ayuda a comprender cómo la imaginación popular y erudita enfoca su realidad a los escenarios desde el punto de vista plástico. De esta forma, Can Falguera se ha convertido en un espacio abierto en el que las compañías pueden donar o ceder sus piezas, un lugar de promoción del títere como herramienta educativa y terapéutica, un foro de investigación y un ámbito que contribuye a fortalecer los valores humanos y la comprensión mutua entre pueblos. El museo se puede visitar el primer y tercer fin de semana de cada mes con reserva previa, pero sin la presencia de Maradona, que vuelve a su baúl… aunque nunca se sabe cuándo puede volver a resucitar D10S.

