El jugador tenía todas las condiciones para triunfar, pero se desvió del camino empujado por la prensa y una sociedad atrasada; lo narra ‘Forbidden Games’
El 28 de junio se celebra el Día Internacional del Orgullo, una jornada en la que las distintas identidades y orientaciones sexuales, otrora denostadas, marginadas y hasta reprimidas –todavía hay quien lo sufre– se empoderan y salen a las calles para dar visibilidad al colectivo LGTB. Pero hay otra fecha tan o más importante que esta, el 19 de febrero, Día Internacional contra la Homofobia en el Deporte. Es en recuerdo de Justin Fashanu.
Justin Fashanu nació el 19 de febrero de 1961 y se quitó la vida 37 años después, el 2 de mayo de 1998. ¿Su pecado? Ser el único futbolista gay. El documental Forbidden Games: The Justin Fashanu Story (2017), de unas dos horas de duración, recupera su historia para que no caiga en el olvido. Para ello, los directores (John Carey y Adam Darke) cuentan con el testimonio de su hermano, John Fashanu; de exentrenadores del goleador; y con imágenes del mismo Justin, además de los recortes de la prensa del momento. Lo tenía todo… hasta que salió del armario.
Dados en adopción
Los hermanos John y Justin eran hijos de un estudiante de Derecho de Nigeria y una enfermera de Guayana. Sin embargo, entregaron a los niños a un orfanato por dificultades económicas cuando se separaron. Mal inicio en el mundo. Negros, pobres y en adopción. ¿Qué podía salir mal en mitad de una sociedad racista? Las circunstancias les llevaron a madurar antes de tiempo; tenían 6 y 5 años cuando terminaron en el seno de una familia blanca y la vida les dio su oportunidad. La hallaron, ambos, en el fútbol.
Justin Fashanu era un portento físico. Y comenzó con buen pie en el Norwich –con un golazo incluido al Liverpool, de los que hay que ver una vez tras otra–. Las marcas se peleaban por él. Pero todo se comenzó a torcer cuando se desenfocó del fútbol. En 1981, el Nottingham Forest invirtió en él un dineral, y la prensa destacó que era «el primer futbolista negro por el que se había pagado un millón de libras». Titulares así dan una idea de lo atrasada que estaba la Londres de la década de 1980. Fashanu nunca fue el mismo, aunque siempre era, en apariencia, feliz. Y le encantaba el dinero.
Marginado y acosado
Lo cierto es que Fashanu nunca terminó de encajar en el esquema del entonces técnico del Notts, Brian Clough, y este llegó a hacerle la vida imposible cuando descubrió que su estrella merodeaba bares gais. Vamos, que lo marginó. Un claro caso de acoso. Comenzó entonces un periplo que le llevó a vestir la camiseta de una veintena de equipos en 15 años, y eso que pasó una temporada lesionado –a punto estuvo de colgar las botas por una dolencia en la rodilla; fue el reflejo de que algo no iba bien en su interior– y otra, sin equipo.
Sin embargo, Justin Fashanu terminó de perder el control sobre su vida el día en el que se declaró homosexual en una entrevista en The Sun. Fue en 1990, y dicen que recibió presiones para salir del armario; la información se iba a publicar de todos modos, así que, al menos –pensó–, podría cobrar por ello. John, su hermano, quedó decepcionado con tal decisión, como reconoció Justin, ya que entendía que solo provocaría daños a la familia. Incluso trató de comprar su silencio. Pero habló. El amarillismo se impuso de nuevo, y caló en la sociedad. La valentía solo derivó en problemas.

Acusado de abuso sexual
Entonces, Justin quiso aprovecharse de toda la situación, e hizo más grande la bola: trató de vender a la prensa que había mantenido relaciones con un par de parlamentarios –con los años confesó que era una invención–, y concedió otras entrevistas en las que habló de sexualidad. El fútbol dejó de ser prioritario, aunque era su pasión y lo practicó hasta el final. Tampoco pasó desapercibido su breve romance con la actriz Julie Goodyear. Pero la gota que colmó el vaso fue la acusación de abuso sexual que, en Maryland (EEUU), un joven de 17 años lanzó contra él en marzo de 1998. Justin lo negó («fue consentido»), pero asumió que ya estaba condenado. «No quiero ser más una vergüenza para mis amigos y mi familia. Espero que el Jesús que amo me dé la bienvenida y finalmente encuentre la paz», dejó escrito antes de ahorcarse en un garaje, el 2 de mayo del mismo año, tras una noche en una sauna gay. Jamás se hallaron pruebas de este delito.
Han pasado muchos años, y se sigue ocultando la homosexualidad en el fútbol. La sociedad ha evolucionado, pero parece que aún no lo suficiente como para sentir en libertad.