Hay palabras que significan una cosa y la contraria, como este caso hallado en el balompié
Antes que nada hay que saber qué es un autoantónimo, aunque su propio nombre lo indica: es una palabra que dice una cosa y la contraria. Por ejemplo, alquilar (significa ofrecer un piso para su alquiler y también pagar para vivir en él); por ejemplo, jamás (significa nunca, siempre y alguna vez, aunque la más habitual es la primera). Este fenómeno también se conoce como enantiosemia. Y sí, también está presente en el fútbol.
La palabra batacazo tiene cuatro acepciones. La primera describe el «golpe fuerte y con estruendo que da alguna persona cuando cae». No nos interesa en esta ocasión. La segunda, en cambio, habla de «fracaso o caída brusca en un asunto, negocio o posición». Es esta la definición de un calificativo recurrente en España cuando un equipo sufre una derrota inesperada, por arrodillarse ante un rival de menor categoría.

Penas y alegrías según el barrio
Sin embargo, como batacazo es un autoantónimo, significa esto y lo contrario, como sugieren las dos últimas acepciones del diccionario de la RAE. En algunos países sudamericanos, como Argentina, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, un batacazo es «un triunfo inesperado de un caballo en unas carreras», pero también un «triunfo o suceso afortunado y sorprendente».
Por lo tanto, según desde qué lado del charco se narre, un mismo partido puede recoger dos batacazos: el del ganador inesperado y el del perdedor imprevisto. Lo que no cambia son los verbos que lo acompañan: dar y pegar. En todo caso, en España se dice darse o pegarse un batacazo, pero en América desaparece el pronombre: dar o pegar un batacazo.
