La serie de animación ‘Inazuma Eleven’, derivada de un videojuego, transmite un gran mensaje a los niños, pero también sirve a los adultos
El equipo de fútbol del Instituto Raimon está a punto de desaparecer. Sin apenas jugadores, y con un nivel de juego mediocre, el colegio da un ultimátum a sus escasos componentes, liderados por el incombustible Mark Evans, portero y capitán: o ganan los siguientes amistosos… o se acabó. No será fácil, ya que pesa sobre ellos una especie de maldición que dura 40 años, de cuando los ahora veteranos (el Inazuma Eleven) sufrieron un raro accidente que les impidió disputar la final del Torneo de Fútbol Frontier. Son las mismas décadas que lleva imbatida la Royal Academy. Las casualidades no existen.
Con este panorama, nadie daría un duro por la continuidad del equipo estudiantil, y mucho menos cuando uno de los rivales de esos amistosos es la mismísima Royal Academy. Pero todo se puede lograr con pasión y esfuerzo. Sin duda, la serie de animación Inazuma Eleven (basada en un videojuego del mismo nombre) transmite un genial mensaje para los niños, pero también para los adultos. La fe mueve montañas y no hay nada imposible (salvo, por ahora, volver del mundo de los muertos). Por cierto, el portero del mítico equipo era David Evans, abuelo de Mark Evans, aunque nunca le ha conocido. Se supone que murió.
Fútbol, un deporte integrador
Mark Evans encarna la figura del líder. El fútbol es su pasión, y con su actitud es capaz no solo de formar un equipo completo (y tener hasta reservas), sino que tiene tal poder de convicción que incluso logra trucos increíbles con los que frenar a los rivales y derrotarlos cuando llega el momento. Evans es el referente, al que todos siguen y alrededor del que se forma todo. Nada hubiera conseguido sin ganas, fe, tesón, pasión, pensamientos positivos y sí, un poco de suerte para sortear ciertas dificultades. Además, queda claro que la mejor manera de progresar es ir en conjunto, lejos de las individualidades.
Otro mensaje de Inazuma Eleven es que el fútbol es un deporte integrador. Y lo es. En la serie, acepta a los gordos y a los flacos, a los altos y a los bajos, a los frikis de clase y a los empollones, y todos tienen su momento de protagonismo. Además, el bien siempre se impone y, aunque el mal pueda dominar durante un tiempo, todo termina como tiene que terminar. La bondad atrae bondad; las trampas, todo lo contrario. Evidentemente, es una serie de animación que gira en torno al fútbol, pero no solo eso. También hay intrigas en los 26 capítulos (unos 20 minutos por episodio) de la primera temporada. Si la historia termina bien o mal solo lo sabe el que los mira. ¿Ganarán el Torneo de Fútbol Frontier?