Desde poner el autobús a echar el cerrojo, los nombres de las tácticas protectoras también han evolucionado con el paso de los años
Estas son las mejores defensas de la historia del fútbol lingüísticamente hablando. Están diseñadas para no conceder ningún gol, pero no siempre lo logran. Reciben distintos nombres, aunque persiguen el mismo objetivo: proteger la portería propia y aprovechar la mínima ocasión para derribar la puerta del rival.
Una de las más conocidas es el catenaccio (o cerrojazo). Tiene varios padres, pero se relaciona habitualmente con el fútbol italiano. Es un sistema que consiste en realizar una defensa muy fuerte y cerrada para no encajar ningún gol y jugar al contraataque.
Un poco de historia
También se la conoce como defensa numantina, sinónimo de fuerte, resistente, tenaz incluso en las situaciones más precarias. Hace referencia a la defensa de la ciudad hispánica de Numancia, que resistió los sucesivos cercos romanos entre el 153 a. C. y el 133 a. C. Los ataques terminaron con el suicidio colectivo de los defensores.
Otra buena defensa, aunque arriesgada, es colgarse del larguero. La expresión lo dice todo, pero es una hipérbole: sugiere que el equipo defensor al completo se encierra en su área, casi sobre la línea de la portería, para despejar cualquier balón que pase cerca.
El autobús
Pero, sin lugar a duda, una de las tácticas ultradefensivas más extendidas es la de poner el autobús. Como la anterior, la expresión ya es muy clara. ¿Habrá algún jugador capaz de meter un gol si delante de la portería hay aparcado un vehículo de estas dimensiones?
De todos modos, nunca hay que olvidar que la mejor defensa es un buen ataque. Si tú tienes el balón, no lo tiene el rival.

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