Los futbolistas que piensan

Puño en alto / IA

En su obra sobre los jugadores «de izquierdas», Quique Peinado elabora un vasto recopilatorio de deportistas con inquietudes sociales más allá del balón

Es un libro de fútbol distinto, original. Futbolistas de izquierdas (Ed. Fuera de Ruta), del periodista Quique Peinado, se hace mayor (2013, primera edición), pero su mensaje perdura. Tiene tirón, aunque es posible que solo entre una parte de esta sociedad dividida en dos bandos y enfrentada de la que formamos parte, queramos o no. La obra, un extenso recopilatorio de jugadores con inquietudes sociales y conciencia de clase, tampoco ayuda a reconciliar a las partes, aunque puede contribuir a entender al que piensa distinto.

El título lo dice todo, no hay lugar al engaño. Futbolistas «de izquierdas». O, en otras palabras, según deja caer veladamente, hay jugadores que piensan, que se cuestionan las cosas y anhelan un mundo mejor, y los ha habido siempre, en contra del tópico. Pero son «de izquierdas». El libro es realmente una enciclopedia que descubre muchas historias desconocidas por el gran público, mientras recupera otras que habían caído en el olvido. Eso sí, sus páginas son tendenciosas. Desde el inicio hasta el final. El prólogo lo firma el humorista El Gran Wyoming; el epílogo, el político comunista Alberto Garzón. Todo está claro.

Cómplices de ETA

Desde el posicionamiento de los futbolistas internacionales con motivo del Mundial de Argentina de 1978, en plena dictadura de Jorge Rafael Videla, hasta los pensamientos del discreto Vicente del Bosque, pasando por la ideología de Pahiño, el activismo de Sócrates y la historia de la jugadora Paula Dapena, que se negó a respetar el homenaje al difunto Diego Armando Maradona, Peinado hace un repaso de deportistas «de izquierdas» de todas las épocas. Ahora bien, cabría preguntarse si todos los elegidos pueden considerarse «de izquierdas» o hay que hacer comentarios al margen.

Porque Peinado recoge los testimonios de diversos futbolistas abiertamente nacionalistas, ya sean gallegos, valencianos, catalanes o vascos. Como si nacionalismo e izquierda fueran conceptos de fácil encaje. En el caso de los vascuences abertzales, además, da voz a personajes cómplices con la violencia de ETA, que uno de ellos, Iker Sarriegi (Eibar, Real Sociedad), se niega a denominar terrorismo, porque «el terrorismo es la imposición de algo por el terror, por lo que el terrorismo nunca puede ser realizado por el que quiere cambiar las cosas». Cambiar las cosas. A fuerza de asesinatos de inocentes.

El proceso independentista de Cataluña

En otras páginas, el autor pone condimento de su propia cosecha al afirmar que 2012, los inicios del procés impulsado por Artur Mas para esconder sus recortes, es «el momento de máxima tensión entre Cataluña y el Gobierno español». Cataluña. Como un todo. Como si toda la población catalana siguiera la estela de los políticos nacionalistas. O como cuando desliza que los Países Catalanes, concepto imaginario defendido por los pancatalanistas, son los «territorios en los que el catalán es la lengua autóctona». La única, al parecer.

Hechas estas consideraciones, en las sucesivas ediciones le iría bien a Futbolistas de izquierdas una segunda lectura, pues son varios los errores de escritura detectados. Desde repeticiones de palabras hasta omisiones involuntarias… y cambios de nombre: Peinado bautiza al expresidente de la Real Federación Española de Fútbol y por entonces presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles, Luis Rubiales, como Alberto.

Portada del libro 'El árbol del Barça', de Gerard Mateo / FOTOMONTAJE DE PdF

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